martes, 18 de agosto de 2009

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Alguien gritó « fuego » para hacerse el gracioso, en una reunión de Navidad que celebraban en una mina de cobre en Calumet, Michigan, en 1913. Cundió el pánico y se perdieron setenta y dos vidas, de niños en su mayor parte.

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¿Cuántos de nosotros, en el momento de la muerte, tendrán la compostura para decir algo memorable e impecablemente redactado? ¿Y qué nos motivará? El revolucionario Georges Jacques Danton puede haber sido un presumido o estar sólo amargado cuando dijo en la guillotina: « Asegúrate de mostrar bien mi cabeza a la multitud . Pasará mucho tiempo antes que identifiquen el parecido ». El caso de Nerón fue claramente de presunción: « Qualis artifex pereo », traducido literalmente: « ¡Qué gran artista pierde el mundo! » Sir Walter Raleigh, sintiendo el filo del hacha, murmuró como de paso: « Es un remedio afilado, pero seguro, para todos los males ». Como lo hizo Ana Bolena cuando dijo: « El verdugo es, según creo, muy experto y mi cuello muy delgado ». Luis XVI puede haber estado perdonando, más que siendo sarcástico, cuando dijo en el patíbulo: « Que mi sangre cimente tu felicidad ». Beethoven, que estaba sordo, debe haber dado la bienvenida a un mundo mejor con las palabras: « En el cielo oiré ». Dennis Diderot fue filósofo hasta el fin: « El primer paso a la filosofía es la incredulidad ».

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A través de la puerta y las ventanas, supuestos asesinos dispararon sesenta y tres balas en el dormitorio de León Trotsky, el cual formaba parte de una casa que parecía una fortaleza, en la ciudad de México. Gracias a la advertencia que se le hizo instantes antes, Trotsky y su mujer escaparon sin daño alguno escondiéndose bajo la cama. Después, en el mismo año, que era 1940, Trotsky fue asesinado por un hombre que usó un piolet, y que se había ganado la confianza del antiguo revolucionario ruso. El asesino tenía como nombre Jacques van den Dresch, pero era sólo un alias. Su verdadera identidad permanece desconocida. (En México se le conoce más como Jacques Mornard).

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Unas 13.700.000 personas murieron en batalla durante la Primera Guerra Mundial. La epidemia de influenza que siguió y duró todo un año, mató a muchos más. Cuando menos mil millones de personas enfermaron y cuando menos murieron 20 millones.

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Cuando era joven, Maximiliano Robespierre se opuso a la pena de muerte, rechazando así la oportunidad de una brillante carrera de leyes, porque sentía escrúpulos en trabajar en una corte que sentenciaba a la horca a personas que habían sido juzgadas y condenadas. Pero al tener el control de la Revolución Francesa en 1793, Robespierre empezó el Reinado del Terror, que mandó a cientos de personas a la guillotina, antes que él mismo cayera bajo su cuchilla.

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Cuando el « monje loco » Rasputín fue asesinado en Petrogrado (Leningrado, ahora San Petersburgo) en 1916, sus asesinos le dieron primero pasteles y vino cargados con suficiente cianuro como para matar a varios hombres. Rasputín comió y bebió y no dio muestras que le hicieran daño. Entonces el Príncipe Félix Yussupov le disparó al pecho y le golpeó la cabeza con un bastón lleno de plomo, y los conspiradores lo arrojaron al río Neva. Cuando el cuerpo fue recuperado, la autopsia reveló que Rasputín se había ahogado.

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En 1911 un sastre llamado Teichelt, que había inventado una capa para volar como un murciélago, según creía, pidió permiso para volar desde la torre Eiffel. Los propietarios de la torre dieron permiso con desagrado, con la condición que Teichelt consiguiera la autorización de la policía y que firmara una renuncia a sus derechos, la cual absolvía a los propietarios de la torre de toda responsabilidad. Increíblemente, la policía dio la autorización. A las ocho en punto, una mañana helada de diciembre, Teichelt, acompañado de un puñado de animadores y de fotógrafos de prensa, subió hasta el nivel de la primera plataforma, se detuvo sobre su orilla y se lanzó a la muerte.

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El archiduque Francisco Fernando de Austria era un hombre extraordinariamente vanidoso. Cuando iba a una ceremonia de gala, se hacía coser a sí mismo en su uniforme de modo que no hubiera una sola arruga que empañara su apariencia. Desgraciadamente, el archiduque llevaba uno de sus uniformes cosidos encima cuando le dispararon en Sarajevo el 28 de junio de 1914. Fue imposible desabotonar su uniforme. Cuando se encontraron por fin unas tijeras, el archiduque se había desangrado hasta quedar muerto.

Escritores suicidas

lunes, 17 de agosto de 2009

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Hablando de escritores que han acabado con su vida por propia mano, la historia comienza hace dos siglos.

Dentro del romanticismo alemán destaca la figura del dramaturgo Heinrich von Kleist (Frankfurt, 1777). Destinado desde la cuna a seguir con la tradición familiar y convertirse en un militar de renombre, Kleist abandona la carrera de armas a los 22 años para iniciar el estudio de filosofía y matemáticas en Berlín.

En 1801 se produjo su fatal encuentro con las teorías de Kant, conduciéndole al abandono de la ciencia y de los privilegios de su clase. En la mente de Kleist al pensamiento de Kant se une el entusiasmo por la idea roussoniana de retorno a la naturaleza y al poco decide volver la espalda al mundo civilizado fijando su residencia en una granja suiza. Allí se dedica a la elaboración de tres o cuatro proyectos, entre ellos la tragedia La familia Schroffenstein y la comedia El jarrón roto. Pero abrumado por el excesivo trabajo Kleist cae enfermo y su hermanastra se lo lleva a Alemania.

Desempeñando un cargo de subalterno al servicio de Prusia, Heinrich es capturado por los franceses bajo la acusación de espionaje y encarcelado en un fuerte galo. En prisión escribe Pentesilea (1808), obra dramática sin precedentes que rompió con la tradición del teatro clásico al tratar, en un lenguaje que roza el expresionismo y en un solo acto, los estados patológicos que conducen a los protagonistas a su destrucción. Cuando es puesto en libertad fija su residencia en Dresde, uno de los centros de la oposición liberal. En este periodo termina la mayor parte de sus mejores obras: El jarrón roto, El terremoto de Chile, Anfitrión....

Defensor de la libertad de su patria y abiertamente antinapoleónico (el drama El príncipe de Homburg es una apología mágica de Prusia), cuando en el otoño de 1811 el rey de Prusia se alía con Napoleón contra Rusia, Kleist, desencantado, abandona la lucha y escribe: "Me es imposible continuar viviendo, mi alma está tan martirizada que, sólo con asomarme un poco a la ventana, la luz del sol que cae de arriba me daña".

Enfermo y sin recursos, se suicida con su amante, Henriette Vogel, a orillas del pequeño río Wannsee, cerca de Berlín, el 21 de noviembre de 1811.

A finales de 1961, el corpulento y fanfarrón Hemingway es un anciano de cabellos grises y miembros enflaquecidos. Ingresado en la Clínica Mayo por una depresión que le han producido unos fármacos, es tratado con electroshocks. Pero la depresión se acentúa con manía persecutoria e intentos de suicidio.

Finalmente, el domingo 2 de julio de 1962 Hemingway se levanta muy temprano, encuentra la llave de la habitación donde estaban guardadas las armas, carga una escopeta de dos cañones y la lleva a la habitación frontal de la casa. Luego se pone el doble cañón en la frente y dispara.

También Emilio Salgari murió anciano y vivió grandes aventuras. Nació en Verona en 1863, en su juventud fue periodista y desde los dieciocho años vivió aventuras extraordinarias en el mar como capitán de altura. En 1896 pide a la prensa local la reedición de una novela publicada como folletín, convirtiéndose en la exitosa El misterio de la jungla negra.

Dedicado por entero a la literatura, crea una extensa obra, reservada al público juvenil y ambientada en exóticos parajes (El corsario negro, los dos tigres, La venganza de Sandokan...). En 1911 contrae un grave aneurisma que le induce al suicidio.

Virginia Woolf(1882-1941) no se suicidó debido una enfermedad sino por el miedo a la locura. Woolf creó un género novelístico que cambió la trayectoria de las obras de ficción. Para ella la literatura no debía contentarse con presentar lo superficial de las cosas, sino que debía captar la fluctuante visión personal, el inconsciente. Esta interpretación de la realidad llegó a rozar el simbolismo en sus últimas novelas (Las olas, Entre actos). Hija del escritor Leslie Stephen, una de las figuras más importantes de la vida literaria británica, su adolescencia fue traumática. La pérdida de su madre a los trece años la lleva a una grave crisis síquica. Nueve años más tarde la muerte de su padre la conduce al borde del suicidio.

En 1913 completa su primera novela, El viaje de ida (publicada dos años después) y cae gravemente enferma en lo que parece una nueva amenaza de demencia. Estas crisis, más o menos violentas, se seguirán produciendo entre uno y otro periodo de creación. La escritura que exorciza sus angustias la agota hasta el punto de temerse que puedan quedar dañadas su mente y personalidad. Tarda tres años en escribir una de sus últimas obras, The years (1937) y durante el periodo de creación es consciente de una progresiva dificultad para escribir. Esto la desespera y la idea de suicidio va tomando cuerpo.

Tras uno de los bombardeos que asolan Londres la pareja se queda sin casa y se traslada a Rodmell. En la primavera de 1941 su salud empieza a deteriorarse seriamente. El 28 de marzo desaparece de su casa y el día 31 es encontrada ahogada. Dejó dos cartas: una para Leonard, otra para su hermana Vanessa. En ambas explicaba: "...Estoy segura de que, de nuevo, me vuelvo loca. Creo que no puedo superar otra de aquellas terribles temporadas. No voy a curarme en esta ocasión... estoy haciendo lo que me parece mejor... No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo".

El esfuerzo empleado en crear algo que nunca la satisfizo del todo, el cambio de atmósfera social, el surgimiento de corrientes literarias antagónicas, la guerra, el miedo a la locura, terminaron por destruirla.

Yukio Mishima (1925-1970). Nacido en el seno de una familia de burguesía media de Tokio, se vanagloriaba de pertenecer por sus antepasados a la clase de los samurais y por ello realizó los estudios en una escuela reservada por tradición a la nobleza. Dedicado de lleno a la literatura, en su obra sufrió el influjo del romanticismo japonés que, poniendo énfasis en la unidad del Japón y de sus valores culturales, servía de base de apoyo a la ideología nacionalista. Entre las obras de este periodo, alejadas de la trágica realidad de la guerra y la derrota, destacan El bosque en flor (1941) y Ladrones, (1946-1948).

En junio de 1949 alcanza el éxito con Confesiones de una máscara. La narración del viaje interior del protagonista de los recuerdos de la primera infancia hasta las fantasías de la adolescencia, y el lento y aceptado proceso de toma de conciencia de su homosexualidad causa un gran escándalo. Sin embargo en 1959 se casa con la hija de un conocido pintor y escribe El camino del samurai,una defensa de la necesidad de restaurar los valores de la cultura prebélica y militarista. Por ello junto a un grupo de estudiantes universitarios se adiestra en artes marciales y militares en una base del ejército. El 25 de noviembre de 1970 se suicida siguiendo el rito de los samurais. Su muerte causa conmoción en el mundo entero.

Visto en: Profesor en línea